
El pasado domingo se llevó a cabo una nueva jornada electoral en diferentes puntos del país, en un operativo que volvió a poner en primer plano la importancia del despliegue de la Gendarmería Nacional Argentina para garantizar la seguridad y transparencia del proceso democrático. Como ya es costumbre en cada comicio, los efectivos de la fuerza federal estuvieron presentes en las principales escuelas y centros de votación, custodiando tanto la llegada de las urnas como el normal desarrollo de la jornada.
Desde tempranas horas, los gendarmes trabajaron de manera coordinada con otras fuerzas federales y provinciales. Su tarea no solo incluyó la custodia del material electoral y la seguridad en los exteriores de los establecimientos, sino también asistir a la ciudadanía y colaborar con los delegados de la justicia electoral en casos de incidentes menores o dudas del electorado. El despliegue implicó recursos logísticos notables, con móviles apostados en puntos estratégicos y patrullajes preventivos que se realizaron durante todo el día.
La postal de los uniformados en la puerta de las escuelas y en las rutas fue una constante a lo largo de toda la jornada, reforzando la idea de que la presencia estatal sigue siendo un factor indispensable para que la ciudadanía concurra a votar con tranquilidad. Este año, además, el operativo cobró especial relevancia frente a la baja participación electoral registrada en los últimos comicios, una tendencia que se repitió en varias provincias y que generó preocupación entre las autoridades electorales.
El trabajo de la Gendarmería Nacional no se agotó al cierre de las mesas. Terminada la votación, la fuerza custodió el traslado de las urnas y la documentación electoral hasta los lugares de recuento, garantizando la inviolabilidad del voto. Se trata de una responsabilidad clave que, según fuentes oficiales, vuelve cada vez más complejo el operativo logístico debido a la cantidad de establecimientos y urnas en juego en cada elección provincial y nacional.
El despliegue de la Gendarmería es solo una parte de la estructura que cada elección pone en movimiento en Argentina, un país acostumbrado a procesos electorales robustos y bajo permanente escrutinio. Pero su presencia sigue siendo esencial, no solo desde lo operativo, sino también como símbolo de un Estado que acude a cuidar el acto democrático más elemental: el voto de la ciudadanía.